Llega un punto de la adultez en que te cuestionas si es buena opción abrir los ojos cada mañana, cuando uno llega a cierta edad es una realidad que por el simple hecho de respirar o existir ya te gastaste 200 pesos, pestañeas y se te van otros 300 y así consecutivamente, en mis momentos de reflexión me pregunto si es mejor seguir viviendo o si ya de plano sale más barato morirme.
De acuerdo a mi exhaustiva investigación para compartirles este artículo, llegué a la conclusión de que es más económico seguir viviendo que morirse, pero el seguir viviendo implica también el vivir con la preocupación de qué pasará con nosotros al llegar el día de dejar este mundo. De acuerdo a un estudio, el 48% de los mexicanos están en regla y al corriente con sus finanzas, mientras que el 28% dejaría asuntos pendientes o inconclusos, el 24% restante corresponde a la gente feliz que no le preocupa nada y no tiene contemplado morir intempestivamente.
Respecto al testamento, sólo un 22% de los mexicanos ya lo tiene listo, mientras que el 78% restante no cuenta con él, aunque dada la situación, pues igual y no lo tienen hecho, porque no tienen algún patrimonio que heredar –se tenía que decir y se dijo-.
En cuanto al tema de los gastos funerarios, está parejo el porcentaje entre los que si han previsto esa situación y los que no, con un 56% y un 44% respectivamente. Las formas en las que ya se anticiparon a estos gastos son: seguro de vida que cubra gastos funerarios (20%), ahorrar para los gastos funerarios (16%), contratar el servicio funerario por anticipado (18%), el porcentaje que resta (38%), más inteligentemente le dejará a su familia esa responsabilidad (al fin uno muerto, ya de que se preocupa).
En estas fechas en que recordamos a los que se nos adelantaron, hagamos conciencia y no heredemos deudas a nuestros seres “queridos”, dejemos todo en orden y un bonito recuerdo, de lo contrario hasta de la ofrenda te van a sacar.