Ser contador es mucho más que dominar números, leyes fiscales y hojas de Excel. Es también tener valores, disciplina y una ética profesional sólida. En mi caso, gran parte de lo que hoy aplico en mi vida profesional lo aprendí de una sola fuente: mi papá. Y no, él no era contador. Pero sus enseñanzas me convirtieron en uno. O, al menos, en uno bueno.
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Lecciones que forman un contador, desde casa
Desde que tengo memoria, mi papá fue un hombre organizado, responsable y meticuloso. Siempre llegaba puntual, revisaba cada recibo de la casa, llevaba un control estricto de los gastos familiares y jamás se olvidaba de pagar una cuenta. Sin saberlo, me estaba dando una formación contable desde niño.
1. La puntualidad es clave en la contabilidad
Uno de los primeros valores que absorbí fue el de la puntualidad. Mi papá decía que “el tiempo es dinero” y no podía tener más razón. Hoy sé que en el mundo contable no entregar una declaración a tiempo, no presentar informes mensuales o dejar pasar una fecha fiscal puede traer multas, problemas con el SAT e incluso pérdida de clientes.
2. El orden como filosofía de vida
Mi padre tenía una carpeta para todo. Facturas del coche, papeles de la casa, boletas de la escuela, etc. Al principio me parecía exagerado, pero luego entendí que ese orden facilitaba cualquier trámite o decisión financiera. Como contador, la organización documental es básica: desde los comprobantes fiscales digitales (CFDI) hasta los papeles de trabajo, todo debe estar donde debe estar.
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3. Ser honesto, aunque nadie esté viendo
“La integridad no se negocia”, me repetía siempre. Hoy sé que la ética profesional es una piedra angular para ser un buen contador. Somos los guardianes de la verdad financiera de empresas, negocios y personas. Aprendí que falsear información o “ayudar a evadir impuestos” puede destruir una carrera en segundos.
Valores familiares aplicados al día a día contable
Además de lo técnico, mi papá me enseñó valores que uso cada día con mis clientes:
- Empatía: escucharlos, entender sus preocupaciones y ayudarlos a tomar decisiones financieras informadas.
- Disciplina: cumplir con calendarios fiscales, actualizaciones contables y nuevas leyes.
- Transparencia: hablar con la verdad, incluso cuando no es lo que el cliente quiere oír.
El legado de papá, reflejado en mi profesión
Quizás mi papá nunca usó un software contable ni escuchó hablar del CFDI 4.0, pero me enseñó lo más importante: ser una persona confiable. Y en este mundo, la confianza es todo. Hoy, cada vez que entrego un reporte, resuelvo una auditoría o explico un balance, siento que lo estoy honrando.
Ser contador también es ser humano
La contabilidad no solo trata de activos y pasivos, sino de las decisiones que personas y empresas toman cada día. Aprender de mi papá me enseñó que detrás de cada número hay una historia, una familia, un sueño. Y que nosotros, como contadores, tenemos el privilegio de cuidar ese sueño.
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Ser un gran contador no empieza en la universidad ni termina en una firma de auditoría. Empieza en casa, con las enseñanzas que moldean nuestra forma de ver el mundo y trabajar. Hoy quiero agradecer a mi papá por enseñarme, sin saberlo, lo que significa ser responsable, ético y profesional. Y si tú también tienes la fortuna de haber aprendido de él, sabrás que los mejores contadores no solo se forman en los libros, sino también en la vida.